Al recibir a los participantes en el Curso de formación jurídico-pastoral de la Rota Romana, el Pontífice recuerda que «el núcleo del derecho canónico concierne a los bienes de comunión, en primer lugar la Palabra de Dios y los Sacramentos». La misión del canonista, explica el Papa, no es «un uso positivista de los cánones para buscar soluciones convenientes a problemas jurídicos».
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
¿En qué sentido un curso de Derecho está relacionado con la evangelización? Esta es la pregunta con la que el Papa Francisco abre su discurso a los participantes en el Curso de la Rota Romana para canonistas y agentes de pastoral familiar. El Pontífice subraya que, en realidad, no hay que pensar en el derecho canónico y en la misión de difundir la Buena Noticia de Cristo como dos realidades separadas.
“Se podría decir esquemáticamente: ni derecho sin evangelización, ni evangelización sin derecho. De hecho, el núcleo del derecho canónico concierne a los bienes de comunión, en primer lugar la Palabra de Dios y los sacramentos. Toda persona y toda comunidad tiene derecho -¡tiene derecho! – al encuentro con Cristo, y todas las normas y actos jurídicos tienden a favorecer la autenticidad y la fecundidad de este derecho, es decir, de este encuentro. Por tanto, la ley suprema es la salvación de las almas, como afirma el último canon del Código de Derecho Canónico (cf. canon 1752). Por tanto, el derecho eclesiástico aparece íntimamente ligado a la vida de la Iglesia, como uno de sus aspectos necesarios, el de la justicia en la conservación y transmisión de los bienes salvíficos. En este sentido, evangelizar es el compromiso jurídico primordial, tanto de los pastores como de todos los fieles”.
Hacer resplandecer la verdad de la justicia
El Papa Francisco, citando las palabras escritas por Benedicto XVI en 2010 en su carta a los seminaristas, recuerda que «una sociedad sin derecho sería una sociedad sin derechos». Y a los profesionales del derecho canónico les señala este horizonte:
“Su trabajo se ocupa de normas, procesos y sanciones, pero nunca debéen perder de vista los derechos, poniendo en el centro de su trabajo a las personas, que son sujeto y objeto del derecho. Estos derechos no son reivindicaciones arbitrarias, sino bienes objetivos, destinados a la salvación, que deben ser reconocidos y protegidos. Ustedes, como estudiosos del Derecho, tienen la responsabilidad especial de hacer brillar la verdad -¿qué verdad?: de la justicia en la vida de las Iglesias particulares: esta tarea es una gran contribución a la evangelización”.
La misión del canonista
Conocer y observar fielmente las normas canónicas significa también tener siempre presentes «los bienes que están en juego». Esto es indispensable, observa el Papa, «para interpretar y aplicar dichas normas con justicia»:
“La misión del canonista no es un uso positivista de los cánones para buscar soluciones convenientes a problemas jurídicos o para buscar equilibrios o cosas por el estilo: no. Entendidas así sus acciones, o servirían a cualquier interés, o buscarían atrapar la vida en rígidos esquemas formalistas y burocráticos que descuidan los verdaderos derechos. No olviden el mayor, ese gran principio de la evangelización: la realidad es superior a la idea, lo concreto de la vida es superior a lo formal. Siempre. La realidad es superior a cualquier idea, y a esta realidad hay que ayudarla con el derecho. La grandeza de su tarea surge de una visión en la que el derecho canónico, sin olvidar la justicia del caso individual, se aplica mediante las virtudes de la prudencia jurídica que discierne lo concreto justo”.
El camino de la sabiduría judicial
Hablando espontaneamente, sin seguir su discurso escrito, el Papa explica que el camino de la sabiduría judicial debe seguir la línea de «llegar de lo universal a lo concreto»:
“Una sentencia o una ayuda judicial no se hace con equilibrios o desequilibrios: se hace por este camino de sabiduría. Hace falta ciencia, hace falta capacidad de escucha, sobre todo -hermanos y hermanas- hace falta oración, para juzgar bien. De este modo, no se descuidan ni las exigencias de bien común inherentes a las leyes, ni las debidas formalidades de los actos, sino que todo se sitúa dentro de un verdadero ministerio de justicia”.
El espíritu sinodal debe vivirse en cada tarea jurídica
Recordando su discurso de 2022 en la inauguración del año judicial del Tribunal de la Rota Romana, el Papa Francisco subrayó también que la sinodalidad «es intrínseca al proceso de nulidad matrimonial»:
“La misma consideración vale también para todos los que intervienen en el proceso para conceder la dispensa del matrimonio roto y no consumado. Y el espíritu sinodal debe vivirse en todas vuestras tareas jurídicas. Caminar juntos, escuchándo e invocando al Espíritu Santo, es condición indispensable para ser justos practicantes. Una manifestación concreta de ello es la necesidad de pedir consejo, de buscar la opinión de quienes tienen más conocimientos y experiencia, con ese deseo humilde y constante de aprender siempre para servir mejor a la Iglesia en este campo”.
Pastoral familiar y tribunales eclesiásticos
El Papa Francisco se dirige a continuación a los agentes de pastoral familiar. Y les recuerda que la conciencia de la interacción entre pastoral familiar y tribunales eclesiásticos ha crecido con los años:
“Por un lado, una pastoral familiar integral no puede ignorar las cuestiones jurídicas relativas al matrimonio. Baste pensar, por ejemplo, en la tarea de prevenir las nulidades matrimoniales durante la fase pre-celebrativa, y también de acompañar a las parejas en situaciones de crisis, incluso dirigiéndolas a los tribunales eclesiásticos cuando es plausible que exista una causa de nulidad, o aconsejándoles iniciar el procedimiento de dispensa por inconsumación. Por otra parte, los operadores de los tribunales no pueden olvidar nunca que están tratando asuntos que tienen una fuerte relevancia pastoral, por lo que las exigencias de verdad, accesibilidad y prudente celeridad deben guiar siempre su trabajo; y tampoco debe olvidarse el deber de hacer todo lo posible por la reconciliación entre las partes o la validación de su unión”.
Por último, el Papa Francisco recuerda las palabras de San Juan Pablo II en su discurso del 18 de enero de 1990 a la Rota Romana: «la verdadera justicia en la Iglesia, animada por la caridad y templada por la equidad, merece siempre el atributo calificativo de pastoral». Y confía a la Virgen María, «Espejo de justicia», el trabajo cotidiano de quienes trabajan en el derecho canónico y en la pastoral familiar.
Fuente: Vatican News